



El transporte de peces, ya sea por hobby, por compras en tiendas especializadas o incluso tras rescates, es una tarea delicada que requiere atención para garantizar la supervivencia de estos animales. Un traslado inadecuado puede causarles estrés, lesiones o incluso la muerte, por lo que comprender la mejor manera de hacerlo es crucial para cualquier aficionado a la acuariofilia o profesional del sector.
La elección entre bolsas selladas y recipientes abiertos para transportar peces depende de varios factores, como la distancia, la especie, la duración del viaje y las condiciones ambientales. No existe una respuesta única, y cada método tiene sus ventajas y desventajas. Este artículo explorará a fondo ambos métodos, proporcionando información detallada para ayudar a los lectores a tomar la decisión más adecuada en cada situación.
Las bolsas de plástico selladas, a menudo utilizadas en las tiendas de mascotas, son una opción popular debido a su facilidad de uso y bajo costo. Facilitan la contención del pez y del agua, minimizando derrames durante el transporte. Además, la bolsa se puede inflar con oxígeno, proporcionando una reserva vital para peces que van a viajar largas distancias.
Sin embargo, el sellado completo también presenta riesgos. La falta de intercambio gaseoso puede agotar el oxígeno disponible en el agua y aumentar los niveles de dióxido de carbono, lo que puede ser tóxico para el pez. Por ello, es importante no inflar la bolsa completamente con oxígeno puro (una mezcla aire/oxígeno es preferible) y limitar el tiempo de transporte a lo estrictamente necesario.
Finalmente, la manipulación de las bolsas selladas requiere cuidado. Los peces, especialmente los más activos, pueden dañarse golpeando contra las paredes de la bolsa durante el movimiento. Es fundamental utilizar bolsas de buena calidad, resistentes a los pinchazos y rasgaduras, y asegurar la bolsa dentro de una caja o bolsa más grande para mayor protección y evitar cambios bruscos de temperatura.
El uso de recipientes abiertos, como cubetas de plástico o baldes, permite una mejor oxigenación del agua, lo que puede ser crucial en viajes más cortos y para especies que son particularmente sensibles a la falta de oxígeno. La superficie de contacto con el aire es mucho mayor que en una bolsa sellada, facilitando el intercambio de gases.
No obstante, el principal inconveniente de los recipientes abiertos es el riesgo de derrames y la pérdida de peces durante el transporte. El movimiento del vehículo puede hacer que el agua salpique, e incluso que el pez salte fuera del recipiente si no se toman las precauciones adecuadas. Es esencial que el recipiente esté solo parcialmente lleno, dejar suficiente espacio libre y cubrirlo con una tapa perforada o malla para evitar escapes.
Además, el agua en un recipiente abierto está más expuesta a los cambios de temperatura, lo que puede ser perjudicial para el pez. Protege el recipiente de la luz solar directa y del frío, utilizando materiales aislantes si es necesario. La estabilización de la temperatura es vital para evitar el estrés.
Para viajes cortos, de menos de una hora, un recipiente abierto bien monitorizado puede ser suficiente, siempre que se tomen las precauciones necesarias para evitar escapes y mantener una temperatura estable. La oxigenación natural suele ser adecuada para este tipo de trayectos, siempre que no haya una gran cantidad de peces en el mismo recipiente.
En viajes de duración media, entre una y tres horas, se recomienda utilizar bolsas selladas con una cantidad moderada de oxígeno, complementadas con una caja o bolsa aislante para controlar la temperatura. Es fundamental controlar el estado del pez durante el viaje, observando su comportamiento y la calidad del agua.
Para viajes largos, superiores a tres horas, es crucial utilizar bolsas selladas con una mezcla equilibrada de aire y oxígeno, complementadas con un sistema de oxigenación adicional si es posible. La planificación es clave; considera realizar paradas estratégicas para controlar la calidad del agua y el bienestar del pez.


Independientemente del método de transporte elegido, la calidad del agua es fundamental. Utiliza agua del mismo acuario de origen para evitar cambios bruscos en los parámetros químicos que puedan estresar al pez. Evita añadir productos químicos al agua durante el transporte, ya que pueden ser perjudiciales.
Una vez que llegues a tu destino, la aclimatación es un proceso crucial. No sueltes al pez directamente en el nuevo acuario. En su lugar, flota la bolsa (o recipiente) en el acuario durante unos 15-30 minutos para igualar la temperatura. Luego, añade pequeñas cantidades de agua del acuario a la bolsa (o recipiente) cada pocos minutos, permitiendo que el pez se adapte gradualmente a los nuevos parámetros del agua. Este proceso minimizará el shock y aumentará las posibilidades de supervivencia del pez.
La falta de aclimatación puede provocar un estrés severo e incluso la muerte del pez. El objetivo es proporcionar una transición suave y gradual del entorno de transporte al nuevo hogar. La paciencia es clave.
Algunas especies de peces son más delicadas que otras y requieren cuidados especiales durante el transporte. Los peces de colores, por ejemplo, son particularmente sensibles a la falta de oxígeno y a los cambios de temperatura y suelen beneficiarse del uso de bolsas infladas con una mezcla de aire y oxígeno.
Los peces tropicales, en general, necesitan mantener una temperatura constante durante el transporte. Utiliza un sistema de aislamiento térmico para protegerlos del frío o del calor. Los peces más activos requieren más espacio en el recipiente para evitar lesiones.
Por último, investiga las necesidades específicas de la especie que vas a transportar. Conocer sus requerimientos de oxígeno, temperatura y pH te permitirá tomar las mejores decisiones para garantizar su bienestar durante el viaje. La investigación previa es fundamental.
En definitiva, no hay una respuesta definitiva a la pregunta de si es mejor transportar peces en bolsas selladas o en recipientes abiertos. La elección depende de una serie de factores interrelacionados, como la distancia, la duración del viaje, la especie del pez y las condiciones ambientales. Ambos métodos tienen sus ventajas y desventajas, y es crucial sopesarlos cuidadosamente antes de tomar una decisión.
Lo más importante es priorizar el bienestar del pez. Asegúrate de utilizar un recipiente adecuado, mantener una buena calidad del agua, controlar la temperatura y proporcionar una aclimatación gradual al nuevo entorno. Con una planificación cuidadosa y un manejo adecuado, puedes minimizar el estrés y garantizar un transporte seguro y exitoso para tus compañeros acuáticos.
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